No se detendra...

En la segunda fila del Grandstand, la tercera cancha en importancia del US Open, una pareja miraba a Juan Martín del Potro; ella lo señalaba, él sonreía, la incredulidad como expresión primaria en ambos. Quizá la razón de su asombro no haya sido enunciada así, pero arriesgamos: "¿Cómo logra unir potencia y precisión de esa manera?".La violencia de los tiros de Juan Martín es única. Así le ganó al francés Gilles Simon, 16° del ATP, campeón en Indianapolis, vencedor de Federer en Canadá, 6-4, 6-7 (4-7), 6-1, 3-6 y 6-3, luego de 3 horas y 47 minutos, y 299 puntos disputados (158-141 para el argentino). Cumplió con su objetivo: llegar a la segunda semana en Flushing. El invicto, tras cuatro títulos ganados en la previa, llegó a 22 partidos."El que arriesga, generalmente gana. Y yo gané", le dijo a ESPN. Delpo venció al francés (y hay que ganarle: por su estilo no es él quien pierde los partidos), al cansancio físico -fue masajeado en el cuádriceps derecho en el quinto set- y mental, a la posibilidad de caerse al perder el segundo y cuarto sets. Incluso, dejó atrás una discusión por un pique, en la que, en otros tiempos, se habría enganchado más de lo aconsejable. "En el quinto no hay táctica. Me estoy acalambrando", decía el único argentino en carrera al salir de la cancha.Cuando faltó físico, sobró decisión. El drive invertido, para quebrar y sacar 5-3 en el quinto, él lo festeja casi al pegarlo. Esa decisión habla de un nivel de confianza propio de los que se saben buenos. En el game final, dos saques ganadores apoyaron esa teoría. Así ganó por segunda vez un partido que llega a cinco sets (frente a Melzer en la Davis 07)."Mañana (hoy) no sé si me levantaré de la cama", dijo Delpo. Le dolerá todo, pero no parece un tipo que se conforme así nomás.