Sin sobrarle nada se llevó el partido

No lo dijo pero lo dijo. Cuando se estaba yendo, Diego Maradona no se animó a confirmar que éste será el equipo titular en el debut en el Mundial, pero casi. La primera sensación que surge después de ver a la Selección ganarle e los alemanes en su casa, en un partido de cuartos de final en adelante en un Mundial, es la de que el técnico encontró el equipo. O lo confirmó, en realidad, porque estos titulares son los mismos que vencieron a Uruguay en el Centenario (Samuel por Schiavi), los que pusieron a Maradona de nuevo en un Mundial aunque en otro rol. Pero no se trata únicamente de una cuestión de nombres porque lo que el partido en Munich parece arrojar como conclusión más importante es que la filosofía de juego del equipo también parece haber encontrado un rumbo definido. Discutible, sí, pero definido. Y a 99 días del inicio del Mundial de Sudáfrica no es poco.

El tema es que Argentina debería ofrecer más que cuentas claras. Del estado anárquico en el que vivió el equipo durante el 2009 a este orden alemán, hay una mejora destacable aunque la deuda de juego es grande, lo suficiente como para que Argentina luciera más parecida a Alemania que la propia, y deslucida, Alemania. Bien presionando en el medio sobre la salida de Ballack y Schweinsteiger, pero poco iluminado una vez recuperada la pelota. Verón buscaba hacer movimientos circulares que lo mantuvieran cerca de Jonás, Di María, Messi y también de Mascherano, sin embargo rara vez llegó a una interacción plena con sus compañeros que le diera volumen de juego al equipo (encima, en el segundo tiempo, le regaló todo el terreno y la pelota a los alemanes a quienes a pesar de la ofrenda no se les cayó una idea).

Y Messi... Como punto a favor el rosarino tiene que, con este esquema, no todo es su responsabilidad; pero en contra se da la situación de que la pelota le llega poco y, para colmo, sucia. Lejos de dar la última puntada como suele ocurrir en el Barcelona, más de una vez cometió el pecado de bajar a su propio campo, recibir de espaldas y perderla. ¿A quién marcaría un alemán más que a él? ¿A Jonás Gutiérrez? Seguro que no... A propósito de Jonás, su presencia da otro indicio de conceptos claros. Para jugar como juega la Selección, con el estilo que planta en la cancha, Jonás es el más apropiado: entrega, ida y vuelta, corazón pero no más.

En cierto modo es simbólico, porque Argentina es eso: esfuerzo, dedicación y ahora también una idea definida, más allá o más acá de los gustos. Pero le falta jugar más y hay jugadores para conseguirlo. Es imperativo, entonces, buscar la manera porque en el Mundial tal vez no alcance con esto que hoy se ofrece pese a que, a su modo, sea un avance.