River ganó en La Plata.

Un bolso lleno de ilusión llevó River a La Plata. Y también de presión, claro. Porque si bien es cierto que la victoria en el Superclásico frente a Boca reavivó su esperanza de pelear el Apertura, el equipo de Passarella sabía que ese 2-0 en el Monumental de nada iba a servir si no lograba los tres puntos ante Gimnasia (LP). Mucho se habló de cómo podía influir el receso por las Eliminatorias en el momento de River. Que lo favorece para recuperar fuerzas, que lo perjudica porque frena el envión anímico. De todo se dijo. Sin embargo, en el primer minuto de juego quedó claro que el equipo de Passarella estaba dispuesto a no dejar pasar su chance de mantenerse vivo en el campeonato. Entre Belluschi y Falcao armaron una linda pared, que derivó en un indirecto dentro del área porque Cejas tomó la pelota con la mano luego de que un defensor se la pasara con el pie. Afortunadamente para el Lobo, Gentiletti, sobre la línea, logró despejar. El tándem ofensivo que tantos resultados le dio en los últimos tiempos parecía que no iba a defraudar. Falcao, demostrando que pese a las dudas volvió intacto de su travesía con Colombia, arrastraba marcas y le dejaba muchos espacios a Buonanotte y Ortega, que se buscaban constantemente. ¿Gimnasia? Se preocupaba mucho por ver lo que hacía su rival y no intentaba lastimar por otro medio que no fuera la pelota parada. Esto, por supuesto, no hacía más que favorecer a la defensa millonaria, que sólo se tenía que limitar a despejar en lo alto. Con esa ventaja, el mediocampo visitante tenía libertad para presionar en la salida tripera. Augusto Fernández se soltaba sin problemas y Belluschi se dedicaba a auxiliar a Ortega en la creación. Con este panorama, resultaba impensado suponer que Gimnasia (LP) pudiera llegar con peligro a Carrizo. Pero la primera vez que se soltó, Ormeño casi anota el 1-0, en una muestra de que el fondo de River no es invulnerable, ni mucho menos. Claro que cuando las figuras del Millo se iluminan son difíciles de parar. A los 26', frotó la lámpara Ortega y, luego de enganchar dentro del área como en sus mejores tiempos, lo vio llegar solita a Buonanotte. El Enano picó, le ganó la espalda a su marca, y le rompió el arco a Cejas para anotar su segundo gol en Primera. Tremendo momento del pibe que con su talento y picardía aprovecha cada minuto que le da Passarella. Falcioni intentó cambiar la historia y, tras el entretiempo, metió a Leguizamón para darle más pimienta al ataque. El goleador entró por un Batalla, que alternó más malas que buenas. Y Gimnasia mejoró, en parte por mérito propio pero también porque inexplicablemente River se paró muy atrás y lo dejó venir. Los de Passarella parecían haberse olvidado de todo lo bueno que habían hecho en la primera etapa. Y a punto estuvo de llegar al empate el local, a través de Escobar. El volante recibió solito, casi en el área chica, un centro de Leguizamón desde la derecha, pero le pegó de primera y se le fue muy arriba, cuando Carrizo sólo podía mirar. Hubiera sido demasiado premio para el Lobo pero también un merecido castigo a la innecesaria propuesta amarreta del River del segundo tiempo. En 9 minutos, el Millo perdió a sus dos jugadores más claros y atrevidos. No porque Favale los haya expulsado, sino porque Passarella decidió cambiarlos: a los 16' Rosales entró por Ortega y a los 25' Abelairas hizo lo propio por Buonanotte. Ahora sí, todo estaba dado para que la visita juegue de contra. Pero la presión de Gimnasia (LP) fue mermando y, entonces, River se tranquilizó y logró hacerse de la pelota. Y a los 36' Falcao entregó el antídoto para que los corazones millonarios no padecieran más. El colombiano capturó un rebote dentro del área, giró y desparramó a Gentiletti para quedar mano a mano y fusilar a Cejas con un derechazo cruzado. 2-0 y partido liquidado. Cambia, todo cambia. Y River es un buen ejemplo: pasó de estar inmerso en una pesadilla a soñar con la Sudamericana e ilusionarse con el Apertura. Motivos no le faltan, porque si todavía adeudaba una prueba de carácter hoy la volvió a dar.